Cuando el país despertaba a su independencia en las invasiones inglesas, eran las mujeres las que calentaban el agua y el aceite hirviendo, para tirarlo por la ventana y hacerlos retroceder. 

Más de 200 años después, las mujeres siguen emprendiendo, y continúan aquella primera lucha llevando adelante con o sin compañía una chacra, una empresa, un trabajo, u organizaciones en las que son cabeza de poder.

Es la misma mujer que convence a un niño para ir a la escuela, la que prepara el mejor de los manjares con lo que tiene en la heladera. Sortea un día conflictivo con valentía, y al mismo tiempo toma decisiones importantes para construir consensos y hacer realidad diferentes proyectos. 

En estos tiempos en que a gran parte de nuestros conflictos de género los creíamos superados, habrán banderas que necesitaremos defender y reforzar. Prohibido prohibir lo conquistado, porque lo que construimos juntas no está en el lenguaje, se depositó en el corazón y en la razón.

Rosanna Pía Venchiarutti Sartori